En diálogos sobre tecnopresarios (emprendedores tecnológicos) y teletrabajo: “vivir acá, trabajar allá, ganar allá y gastar acá,” durante la I Cumbre de Ciudades del Conocimiento celebrada del 15 al 21 de octubre 2007, en Monterrey – México; el consultor de innovación Fernando Casado de Alicante (España), recordó que las “empresas del conocimiento” se crean para servir y la sociedad nos retribuye: actitud atribuida a los miembros de la Comunidad Iberoamericana de Sistemas de Conocimiento (CISC), entidad organizadora del evento. Una vieja canción española que dice: “Alma, corazón y vida.
Estas tres cosas te ofrezco: alma para comprenderte, corazón para quererte y vida para vivirla junto a ti”, le sirvió de analogía al profesor Casado para insinuar pautas de conducta que facilitan las relaciones personales y empresariales.Cuando la gente se asocia por el dinero: un concepto interiorizado en el común de la sociedad, sólo se atraen personas cuya meta es ser ricos, y la sociedad lo percibe. Por el contrario; si consideramos a la empresa como un “servicio social” y el tecnopresario asume la actitud de “servidor público” generador de trabajo y riqueza, con negocios basados en conocimiento; éste hecho, cambia el sentido de la empresa y el proyecto de vida del tecnopresario, lo cual también descubre la sociedad que ahora los percibe como un “bien social” merecedores de protección, estímulo, respeto y amor. Esta actitud innovadora resulta tanto del aprendizaje colectivo como de la cooperación basada en la confianza. Y marca la diferencia, porque las “empresas del conocimiento” no se crean sólo para hacer dinero.
Estas tres cosas te ofrezco: alma para comprenderte, corazón para quererte y vida para vivirla junto a ti”, le sirvió de analogía al profesor Casado para insinuar pautas de conducta que facilitan las relaciones personales y empresariales.Cuando la gente se asocia por el dinero: un concepto interiorizado en el común de la sociedad, sólo se atraen personas cuya meta es ser ricos, y la sociedad lo percibe. Por el contrario; si consideramos a la empresa como un “servicio social” y el tecnopresario asume la actitud de “servidor público” generador de trabajo y riqueza, con negocios basados en conocimiento; éste hecho, cambia el sentido de la empresa y el proyecto de vida del tecnopresario, lo cual también descubre la sociedad que ahora los percibe como un “bien social” merecedores de protección, estímulo, respeto y amor. Esta actitud innovadora resulta tanto del aprendizaje colectivo como de la cooperación basada en la confianza. Y marca la diferencia, porque las “empresas del conocimiento” no se crean sólo para hacer dinero.
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